jueves, 7 de junio de 2012

Día gris.

Miro por la ventana, es un día gris y la lluvia cae sobre el cemento. A través de un vidrio empañado solo veo gotas caer y luces brillantes lejanas que me recuerdan a vos.
Que me recuerdan a cuando te conocí en ese antro, con esa luz tenue que parecía solo alumbrarte a vos, que me dió una leve sensación de que no había nadie más que nosotros en el lugar. Y vos, con una luz verde que te iluminaba. Todo era como una película tonta, de esas en la que yo soy la nena tonta protagonista que se enamora de un príncipe azul, claro, vos serías el principe, y como en cada historia tonta, te enamorabas de mí. No?
Recuerdo haberte visto y creído que eras el ser más perfecto existente, que eras como un oasis en el medio de un desierto o la noche más estrellada y pura que yo jamás haya visto.
Tan frágil y puro te veías que no dudé en acercarme, no titubeé en ir a hablarte, y aunque mi cerebro parecía seguro, el resto de mi ser estaba listo para arruinar las cosas, así vi en menos de dos segundos como cada ilusión armada con una simple imagen que tenía de vos, se destruía por completo.
Cuando volví a verte, meses después, lograste emocionarme y sacarme la misma sonrisa, o hasta una más sincera que la de la vez anterior. Claro que esta vez, logré no arruinar las cosas, logré expresarme y finalmente, no sentirme tan idiota e incapaz.

En fin, caí en la cuenta de que absolutamente todo lo que haga, vea o me digan, me hace recordarte. Todo me lleva a vos. Todo me lleva a ese beso. Perfécto y cálido, tierno, eterno y efímero en cuestión de segundos, pero nuestro en fin.

Aquella noche, cuando me tomaste casi por sorpresa, me inundaste con la calidez de un abrazo y cada caricia que me otorgabas, parecía infinita y me hacía olvidarlo todo. Me hacías sentir menos que un pequeño ser, pero compañado de tu magnitud.
Un beso que fue más que un shock, una tarde de fríos y abrazos y una sensación extraña de sentirme querida. Quizás, fue todo lo que pasé, lo que pasamos.
Creo que quizás, fue esa sensación que nunca antes había sentido, lo que me hizo arruinarlo todo, una vez más. Y lo que es aún peor es que, miro por la ventana y es un día gris, la lluvia cae sobre el cemento y al mirar hacia el vidrio empañado, lo único que pueso hacer es recordarte, recordarnos y mantener la esperanza de volver a verte e intentar no arruinarlo todo, una vez más.

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