lunes, 12 de noviembre de 2012

Uno sabe lo que tiene que hacer, es consciente de lo que va a pasar, analiza posibilidades, probabilidades. Son porcentajes que hay, uno los tiene claros, se conoce, conoce la situación, más allá de eso, uno prefiere quedarse con la opción de ese pequeño porcentaje del 10% (que a veces es hasta menos).
¿Por qué hacemos eso?

No me estoy entendiendo bien. Yo la realista que a veces hasta consideran pesimista quedándome con ese 5% de probabilidades de que algo que me guste me pase a pesar de saber que el 95% iba para el no... es ilógico.
¿Cómo cambié tanto en tan poco tiempo?
Eso de usar vestido me afectó el cerebro. Y ¿saben qué es lo más triste? que tuve ataques de ansiedad como tres o cuatro veces en dos días y no es nada sano, NADA.
Me pregunto a cuanta gente le podrá pasar algo así.

Miro la pantalla de la computadora, está en blanco con un par de letras que de repente se vuelven ilegibles y metida en mi mundo, con la música fuerte (lo más fuerte que se puede poner esto), me pierdo y me imagino rompiendo cosas, objetos volando por toda la habitación, una habitación blanca en la cual no se distingue cuál es el suelo de cuál es el cielo. No se distinguen las paredes, es un blanco lleno de blanco conmigo moviéndome en cámara lenta, casi flotando, con objetos volando por todos lados, son de diversos colores y hasta esos se ven más vívidos que todo lo demás, inclusive a mi.

Creo que estoy perdida. No sé qué estoy haciendo ni por qué, solo se que hago cosas.

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