sábado, 6 de abril de 2013

Anarkocelofanía.

No hay palabras para tanto ni un perdón por tan poco. Supongo, volveré a quedarme otra vez, en ese rincón oscuro de aquél antro, escuchándote cantar, a lo lejos, mientras todos se divierten y se toman un vino u otra cerveza más. Porque con un "a la cuenta, a la cuenta" o un "che, yo toco acá" y esos descuentos súper mágicos, ya nadie paga nada, pero a la hora de cobrar, es demasiado poco lo que se recibe.

Acá, entre las sombras, creyéndome invisible, cada tanto, alguien me vé. Entonces ahí es cuando salgo yo también y formo parte de esos que observaba divertirse y ser felices, o al menos, aparentarlo.
Este último hecho ocurre cada tanto tiempo largo y exhaustivo que suelo olvidar cómo es eso de socializar. un "hola, cómo estás?" a veces me cuesta más que memorizar todos los elementos de la tabla periódica. Y cuando me desprendo un poco de mi yo interno y me suelto otro poquito más, aún sin conocer o recordar como es eso de las relaciones humanas, no se hasta dónde acercarme, no se cuándo parar y mis intenciones se confunden, no por mi parte, en mi cerebro, todo está claro, solo quiero conocer gente. Pero son los demás, quienes confunden mis intenciones y creen que quiero algo más, a pesar de no conocerme y que yo no quiera hacerlo tampoco.
Es ahí, cuando vuelvo a mi rincón oscuro y durante un corto lapso de tiempo, aquellas personas que nos veían a esa gente y a mí "ser felices y divertirnos" (aparentarlo en la mayoría de los casos), me miran extraño, como si fuera alguien salida de un lugar raro y desconocido, como si ya no encajara, como si en realidad nunca lo hubiera hecho.

Después de unos días todo vuelve a, quizás, esa desdichada normalidad en la que soy invisible, o casi, en aquella esquina oscura de algún antro o bar. Con un cigarrillo en la mano y una copa de vino en la otra.

Hay gente que desearía ser invisible y otra que a su vez, desea lo contrario.
¿Existirá ese punto medio de perfección en la que no importe nada de eso?
Todos necesitamos aunque sea un poquito de atención, un poquito de amor y diversión.
Todos en algún punto, queremos o necesitamos que alguien nos mire.
Para dejar de ser invisibles.-

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